Nací en Guatemala y puedo dar fé de lo bien que se come en mi país, su mezcla de sabores y estilos sin duda son para destacar, pero no solo eso, sino que contamos con un restaurante llamado Pollo Campero, el cual es referente en gran parte de Centroamérica y Estados Unidos, lugar en donde ahora vivo.
Este restaurante de comida me recuerda mucho a mi familia, pues al menos dos sábados al mes comíamos ahí. Recuerdo que nos gustaba mucho el olor de la comida, desde que entrabas ya comenzabas a disfrutar.
Luego veías el log de un pollito amarillo con un sombrero en la cabeza y lo acompañaba un plato de pollo frito en la mano. Mi mamá nos tomaba fotos junto a ese pollito que siempre mantenía su sonrisa.
El sabor de pollo Campero
Ahora, hablando de sabor, no se pueden ustedes imaginar el sabor que tenía, era fuerte y se podían saborear las especias muy sutilmente. Sin duda una delicia en todos sus restaurantes.
La compañía de la familia Bosch tiene más de 40 años en el país y ahora se ha expandido en las ciudades más importantes de América, a donde vayas siempre habrá un pollo campero para deleitarte.
Mantiene las mismas especias, adobos y condimentos para su clásico pollo frito y asado, Pollo Campero ha introducido un aspecto y un menú completamente nuevos para el resto de su nuevo lote de restaurantes.
El haber entrado a un mercado como el estadounidense sin duda es un movimiento audaz y atrevido, pero no es raro para este tipo de empresas que mantienen su calidad a donde quiera que vayan que siempre tengan éxito.
¿Qué tal se come y qué sirven?
En el almuerzo y la cena, Pollo Campero ofrece semi-autoservicio: ordene en el mostrador y su comida será traída a su mesa, junto con servilletas y cubiertos reales (nada de plástico aquí). Puedes servirte el bar de salsa y las recargas interminables, pero los servidores también rellenarán tus bebidas por ti si prefieres quedarte sentado.
En el menú, encontrarás tacos, por supuesto. Pero no son sus tacos estándar: están llenos de elementos como carne asada con cebollas caramelizadas, queso fresco y salsa de aguacate casera, o carnitas con cebollas rojas en vinagre.
Las empanadas se rellenan con salsa de tamarindo y carne de cerdo desmenuzada, los sándwiches se rellenan con pollo a la parrilla y una salsa de tomatillo brillante apilada sobre crujiente pan. Los lados incluyen platos como papas fritas adictivamente crujientes y una picante ensalada chilena de tomate y pepino con menta.
También me encantó el bar de salsa, con mezclas menos tradicionales como tamarindo y chipotle y un gran recipiente de cilantro y cebolla para los tacos de estilo callejero servidos en tortillas de maíz.
Es así como ahora que vivo en Estados Unidos, puedo ir a Pollo campero y comer como en casa, recordar los sábados con la familia y disfrutar de un establecimiento que te ofrece comida de calidad, algo que sin duda en estos tiempos se necesita.